El fugaz despertar de los amantes
atrapa cenizas desde el musgo latente. ¡Frutos y cometas sueltos! Grita ella,
mientras cae bajo el manto respingado, del miembro masculino, que la sostiene. Te amo, dijo él; te amo, dijo ella. La noche es fugaz y sin asombros
(Sandricuentos 484).
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