"Y llegó ella; la mujer madera...
¡Papiloma de serpiente envenenada, te liberas! ¿Sabes qué, mujer? ¡Un árbol, santo, has hecho crecer! ¡Curvas claras, puedo ver! ¡Manto dorado de resina! Ve a curar el hambre y la sed por doquier." (Sandricuentos 85)
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