LIBRETAS

viernes, 14 de marzo de 2014

Cada medianoche solía empinarse, para escuchar el susurro del cielo...

“Cada medianoche solía empinarse, para escuchar el susurro del cielo. Una mano, una estrella; menos una. Tomó el ciclo lunar, sin darse cuenta. Así llegó la mañana siguiente; de niña a mujer.” (Sandricuentos 255)

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