"¡Chita la payasá el barril con patas! ¡Qué ser insensato!_ exclamó la campesina al descubrir que el balde escondía un secreto bien baila'o. Nadie supo de los escondrijos del narigón. Esa tarde se sembró el cuento de los contadores encantados" (Sandricuentos 317)
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