"Teje que teje,
sin detenerse. Los palillos aletean como si fueran la prolongación de sus
manos. Ella alimenta fantasías para sus nietas. Todas son niñas y sueñan con
amores. En verde, en rojo, en azul, amarillo y celeste _ ¡Qué le cueste!
dice la abuela. Jamás desiste en su misión como urdidora de amores. En cada
puntada, emite palabras premonitoras. Los novios le temen. Una puntada para
pasión, otra, para recato y otra puntada para matrimonio. Así es la abuela
casamentera." (Sandricuentos 391)
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