Gracias a la vida te conocimos y gracias a la muerte te despedimos. Te llevaste los azules de tu guitarra y ahora ella canta desolada...Azulada y ensangrentada. ¡Sangre de dedos, sangre del alba, noche estrellada con sangre de almas! ¡Violeta enamorada, Violeta atormentada, Violeta mil amores, Violeta sin dolores! Tan solo, Violeta (Sandricuentos 432).
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