La ola feminista, de mayo,
flotaba bajo los sauces aletargados del patriarcado. Un día, el sueño profundo
dio un giro hacia un nuevo conocimiento, y ella, la pequeña durmiente, alzó sus
brazos, y senos, al viento. Ahora las alas, que la cobijan, sincretizan un
marcado cambio. No es anécdota, sino trascendencia. Unidas, las generaciones,
sin detrimentos, gritaron: ¡Jamás me callaré!. Ella, la nueva ola femenina, se
impone con libertad (Sandricuentos 477).
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