1, 2, 3... fueron los soplos de vida, que insufló en su boca. ¡Despierta, despierta!, le decía. ¡Tienes que levantarte, para abandonar tu agonía! El esfuerzo llegó al máximo, tanto que los planetas se alinearon para dar espacio a un nuevo latido. El hombre-mujer comenzó a respirar nuevamente, pronto moriría un ciclo llamado año (Sandricuentos 490).
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