Soñar no cuesta nada, le dijeron. ¡Sí cuesta! respondió de vuelta. ¡Cuesta imaginar lo bueno, lo positivo, lo constructivo, pero más cuesta mantenerlo, conservarlo, cuidarlo, valorarlo! Si en cada semilla humana hubiera una gota de alegría y de esperanza, tal vez, todos los sueños se harían realidad en una noche de libélulas y hadas (Sandricuentos 539).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Los Sandricuentos son microtextos que están numerados para su identificación. Comente, comparta su nombre y no ponga enlaces con otras URL ¡Gracias! ©