La contradicción entre la oscuridad y la luz era notoria ante el impacto de quien la enfrentaba. Su mirada provocadora evitaba, a toda costa, los destellos incandescentes de la casucha encantada. Tarde o temprano tendría que entrar por esa puerta y enfrentar sus miedos más profundos para ser liberada y volver a renacer (Sandricuentos 518).
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